¿Se preguntó alguna vez cómo afecta al rendimiento laboral y a la productividad de su empresa la forma en que sus empleados se alimentan?
¿Se preocupó alguna vez por saber si los empleados de su organización toman un buen desayuno antes de salir de casa? ¿Sabía usted que el desayuno es la comida más importante del día, que representa la “carga de combustible” para comenzar el día con energía y vitalidad?
¿Sabe qué comen sus empleados al mediodía? ¿Les brinda el tiempo, los recursos y el espacio necesarios no sólo para descansar y reponer energías, bajar los niveles de estrés, y alimentarse bien para rendir mejor el resto del día? ¿Nota que después del mediodía están somnolientos, “pesados”, que les cuesta “volver a arrancar”?
¿Sabía usted que una cena liviana es importante para que el organismo realice un descanso óptimo durante las horas de sueño nocturno?
Seguramente usted habrá oído o leído alguna vez acerca de los costos multimillonarios para la economía y las empresas norteamericanas derivados de los problemas de la obesidad y el sobrepeso. Sólo como repaso, le muestro algunas cifras, correspondientes al año 1995, y que representan pérdidas por productividad atribuibles a problemas de sobrepeso:
Pérdidas totales = U$S 3.900 millones
Entre otras variables, estos costos incluyeron:
- U$S 39,2 millones en días de trabajo perdidos
- U$S 239 millones en días de actividad limitada
- U$S 89,5 millones en días por enfermedad
- U$S 62,6 millones en visitas de médicos
Otros informes refieren pérdidas asombrosas, por U$S 12.700 millones anuales para el conjunto de las empresas norteamericanas en términos de seguros, licencias por enfermedad pagas y otros desembolsos, como consecuencia de la obesidad.
Esta es sólo la cara más visible, y seguramente sólo la más conocida, de un problema endémico y global. Y que impacta de una u otra manera en todos los países y en todos los segmentos de la escala socio-económica.
En un extremo, la obesidad y el sobrepeso, que impactan sobre todo en los países ricos, donde las personas tienen fácil acceso a los alimentos, pero a las comidas con excesivas calorías y alto contenido de grasa, azúcar y sal.
En el otro extremo, la desnutrición, cuyo drama tercermundista conocemos bien, y que nos provoca un pavor y un espanto que la mayoría preferimos ignorar.
En el medio, nosotros. Los países emergentes hemos sido sometidos en las últimas décadas a cambios extremadamente vertiginosos en nuestros hábitos alimentarios y nutricionales, mediante el pasaje a dietas ricas en grasas y proteínas. Cambios que en los Estados Unidos y Europa ocurrieron en el transcurso de 200 años, en nuestros países sucedieron en tan sólo 20 años. Las consecuencias en sobrepeso y obesidad adquieren dimensiones cada vez más alarmantes.
¿Sabía usted que la Organización Mundial de la Salud (OMS) engloba bajo el mismo término –DESNUTRICION– tanto lo que habitualmente llamamos “desnutrición” como a la “sobrealimentación”? ¿Y que define, entonces, a la desnutrición, de una manera muy sencilla y categórica: MALA ALIMENTACION?
¿FERROPENIA? ¿QUÉ? ¿QUÉ ES ESO?
Volviendo al tema de la somnolencia al regreso del almuerzo, o al desgano o la apatía con que muchos empleados llegan al trabajo a la mañana, tengo otra pregunta para hacerle a usted como empresario o como Responsable de Recursos Humanos.
Independientemente de los problemas que puedan tener su origen en la gestión gerencial, en la motivación, en el clima laboral o en cualquier otro tema vinculado con el management, ¿sabe usted qué es la “ferropenia”?
Tome nota, porque lo que le voy a explicar impacta sin ninguna duda sobre su organización, sobre su gente. No importa si su empresa está en Buenos Aires, Bogotá, Santiago, México D.F., Madrid, Barcelona, o cualquier ciudad importante de América Latina, Europa o los Estados Unidos. No es necesario estar en Calcuta o Bangladesh para que una gran proporción de sus empleados padezca ferropenia, impactando no sólo sobre su calidad de vida y bienestar, sino sobre los resultados de su trabajo, es decir, sus “malditas” cuentas.
La ferropenia afecta a entre el 66 y el 80 por ciento de la población mundial, y es definida como el trastorno nutricional más común, o más directamente como la más frecuente de las carencias nutricionales, junto con la anemia a la que da lugar. Por supuesto, nadie anda por ahí diciendo “yo tengo ferropenia” o “yo padezco de anemia”. La mayoría ni siquiera lo sabe. Pero los efectos “¡¡¡se notan!!!”
Una de las consecuencias más destacadas de esta enfermedad es la seria disminución en la capacidad para trabajar.
Los síntomas comunes en los adultos incluyen:
- lentitud
- bajas defensas
- baja resistencia
- y una disminución de la productividad laboral relacionada con tareas repetitivas y mentales.
Las consecuencias económicas de la ferropenia quedan claramente plasmadas en las siguientes cifras:
- La OMS informa hasta un 30 por ciento de deterioro en el rendimiento y en la capacidad para el trabajo físico en las personas que padecen este tipo de deficiencia.
- Las deficiencias en micro-nutrientes representan una pérdida del 2 al 3 por ciento del PBI en los países de bajos ingresos.
- La ferropenia es responsable de la pérdida del 5 por ciento de productividad en el trabajo liviano de oficina, y del 17 por ciento en el caso de trabajo manual pesado, llegando hasta un 30 por ciento, como se señala más arriba.
Para los expertos y los nutricionistas, es bien conocida la relación entre la nutrición y la fatiga y la somnolencia. La fatiga, o falta de energía, refleja a menudo exceso de trabajo o una deficiencia nutricional, siendo la más común la de hierro, pero también puede ser de vitaminas del grupo B. La somnolencia puede sobrevenir por falta de acceso a los alimentos.
Aun cuando es cierto que podemos sentir sueño después de una comida abundante, al mediodía las ingestas más pequeñas, tal como el almuerzo, nos mantienen despiertos. La hipoglucemia, es decir, el bajo nivel de azúcar en sangre que puede ocurrir cuando se saltea una comida, puede disminuir el período de atención y reducir la velocidad a la cual los individuos procesan la información. El picar comidas y bebidas dulces, que son digeridas rápidamente, provoca una breve renovación de la energía, pero finalmente el cuerpo se cansa más.
Una de las primeras investigaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) informó que un uno por ciento de aumento de las kilocalorías daba como resultado un 2,27 por ciento de aumento de la productividad laboral general.
Más recientemente, la OMS informó que una alimentación adecuada (mediante la fortificación de los alimentos) podía elevar los niveles de productividad nacional en 20 por ciento.
La promoción de la nutrición ofrece numerosos beneficios para las empresas, que incluyen:
Reducción del ausentismo
- Reducción de los costos de reclutamiento y entrenamiento de personal como resultado de la menor rotación del mismo
- Disminución de la cantidad de reclamos por compensación por parte de los trabajadores
- Aumento de la productividad como resultado de la mejoría en la salud y en la moral.
me parece una excelente informacion!!1
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